Limitar los DNU para fortalecer la democracia

Es urgente que el Congreso corrija la actual anomalía: una democracia robusta no admite que sea más sencillo legislar por medio de decretos que por leyes emanadas del Parlamento.

Esta anomalía tiene una historia de 30 años, aunque no todos los gobiernos recurrieron a los DNUs con la misma intensidad. Una anomalía que comenzó con la Reforma Constitucional de 1994, que incorporó los Decretos de Necesidad y Urgencia, instrumento de delegación legislativa que el Congreso concede al Poder Ejecutivo.

Esa incorporación no fue unánimemente aceptada: entre las voces, escasas, que se opusieron, se dejaron sentir las de los convencionales socialistas Alfredo Bravo y Guillermo Estévez Boero, quien señaló que ello convertía en “una ficción la pretensión de atenuación del poder presidencial”, uno de los propósitos de la reforma. Lamentablemente triunfó la posición de incorporarlos.

El inciso 3 del artículo 99 comienza prohibiendo lo que de inmediato autoriza: “El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso, bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo” dice, para a continuación añadir: “Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia.”

La propia inclusión de las materias vedadas habilita a legislar por medio de decretos sobre cualquier otro tema. Y, además, otorga al ejecutivo discrecionalidad para determinar qué es lo realmente “necesario y urgente”, en un país que vive de salto en salto, con lo que se terminó habilitando una vía para que gobierno tras gobierno emitieran cientos de DNUs, lesionando así la división de poderes y debilitando progresivamente el rol del Congreso.

El uso desmedido de los DNU a partir de la segunda mitad de la década del 90, que alcanzó un promedio de 30 por año durante las presidencias de Carlos Menem y Fernando De la Rúa – índice triplicado durante el gobierno de Eduardo Duhalde – reavivó el reclamo ciudadano por el dictado de una legislación que los regulara y limitara.

Fue en 2006 cuando se aprobó la Ley 26.122 de “Régimen Legal de los Decretos de Necesidad y Urgencia, de Delegación Legislativa y de Promulgación Parcial de Leyes”, autoría de la entonces Senadora Cristina Fernández de Kirchner Pero ese régimen, más que regular y moderar el uso de un instrumento reñido con los principios fundamentales de una democracia constitucional como la nuestra, tuvo por objeto más bien clausurar no solo los debates parlamentarios sino el fundamento mismo de la división de poderes.

Redactada bajo la convicción de que la mayoría del Senado sería siempre justicialista, la Ley 26.122 se convertía así en la llave que permitiría validar o rechazar los decretos de necesidad y urgencia. A partir de entonces, un decreto de este tipo queda firme (sanción ficta) a menos que ambas cámaras del Congreso lo rechacen. Los DNUs se han convertido así en un mecanismo para legislar de espaldas a la pluralidad de voces que alberga el Parlamento.

Durante los años de gobierno de Cristina Fernández y de Mauricio Macri se moderó el uso de esta herramienta, pero algunos de los decretos dictados implicaron un grave ataque a la institucionalidad. La pandemia estimuló la práctica, que alcanzó su mayor uso en la presidencia de Alberto Fernández. Y aunque en los primeros meses del actual gobierno se volvió al promedio de los años 90, el dictado del DNU 70/2023, apenas asumido Javier Milei, es una prueba agravada de la peligrosidad del uso discrecional de la herramienta: con sólo un decreto se modificaron más de 300 leyes. No hay prueba más concluyente del modo en que esta práctica traiciona las bases mismas del espíritu constitucional.

Resulta por tanto imperioso discutir una vez más la regulación de los DNU para devolver al Congreso la preeminencia en la iniciativa parlamentaria y restablecer el equilibrio de poderes que reclama nuestra Constitución y necesita nuestra sociedad. Con ese objetivo, presentamos, junto con la diputada Mónica Fein, un proyecto de reforma del régimen legal de los DNU que busca limitar su dictado y acotar sus efectos.

Dicho proyecto elimina, en primer término, el concepto de validez ficta, al establecer que la falta de rechazo de cualquiera de las Cámaras valida la vigencia de los DNUs. La Constitución exige la inversión de ese criterio, por lo que el proyecto establece que tras 30 días de cumplidos los plazos formales de tratamiento, si ambas Cámaras no aprueban expresamente un decreto este queda derogado. El proyecto propone también modificaciones en la constitución e integración de la Comisión bicameral de trámite legislativo y el establecimiento de plazos más rigurosos para su tramitación en las dos cámaras.

Es urgente que el Congreso corrija la actual anomalía: una democracia robusta no admite que sea más sencillo legislar por medio de decretos que por leyes emanadas del Parlamento. Un sistema republicano exige que cada uno de los poderes ejerza sus potestades y capacidades, y que la excepcionalidad no se convierta en norma.

Establecer un trámite razonable y justo para los Decretos de Necesidad y Urgencia contribuirá a un fortalecimiento de nuestra democracia y a una mejor calidad institucional. De esa calidad, y de un Estado transparente que garantice la seguridad jurídica, depende que Argentina pueda entrar en la senda del desarrollo.

Esteban Paulón es diputado nacional (Partido Socialista-Santa Fe)

Fuente: Clarín

Bloque Socialista: “Hay mucho federalismo para recaudar, poco federalismo para distribuir”

Con una intervención encabezada por Esteban Paulon, desde el Partido Socialista (PS) interpelaron al Jefe de Gabinete, quien se presentó en la cámara baja a realizar un informe de gestión y responder más de 2100 preguntas. Le reclamaron los retornos a los impuestos recaudados por Santa Fe, que no se ven reflejados ni en subsidios al transporte o en obra pública.

Paulón recriminó a Francos que “este gobierno inauguró un concepto muy innovador, que es el de federalismo recaudatorio: recauda impuestos en todo el país, a pesar de decir que están bajando y solo lo concentran en el Tesoro Nacional”.

Durante su breve intervención Paulón, no dejó pasar las declaraciones del presidente Javier Milei, quien aseguró que los periodistas deben ser personas políticamente expuestas. “Un funcionario como Santiago Caputo, que forma parte del tridente del poder, el monotributista más influyente del país, parece que no tiene nada para explicar, pero la prensa, haciendo ejercicio de su profesión bajo la libertad de expresión, sí”, arremetió.

Por su parte, y en declaraciones posteriores a la exposición de su compañero de banca, la legisladora y presidenta de la Comisión PyMES en Diputados, Monica Fein, manifestó que “la producción argentina merece tener infraestructura en condiciones y eso es responsabilidad del gobierno nacional”.

Desde el socialismo hicieron hincapié en la necesidad de acondicionar “las rutas 33, 34, 9, 11, donde transita gran parte de la riqueza de este país. No olvidemos que Santa Fe aporta un 8% al PBI nacional”.

Fein remarcó que “hay poca información de cómo se distribuyen los recursos económicos para subsidiar al transporte público. Necesitamos que sea transparente, equitativa, porque en este momento solo se está subsidiando al AMBA y castigando completamente a los usuarios del interior del país. Esta situación se agrava aún más teniendo en cuenta que nos estamos quedando sin empresas de colectivos, porque esta problemáticas las está llevando a la quiebra”.

El socialismo propone simplificar trámites, unificar cuentas y disminuir la presión impositiva de las PyMES

El proyecto es impulsado por la santafecina Mónica Fein y propone definir una Ventanilla Única para PyMES, a fin de centralizar en un único punto de entrada los trámites, y una Cuenta Única Fiscal.

La diputada socialista y presidenta de la Comisión PyMES en la Cámara baja, Mónica Fein, presentó un proyecto que incluye la simplificación de trámites administrativos y la utilización de saldos positivos para que las empresas cumplan con sus obligaciones financieras.

La iniciativa surge luego de tres meses de reuniones informativas con referentes de distintas instituciones que conglomeran a las PyMES del país. La misma busca definir una Ventanilla Única para PyMES (VUPyMES) a fin de centralizar en un único punto de entrada los trámites que deban realizar las Pequeñas y Medianas Empresa ante organismos nacionales.

La propuesta también contempla una Cuenta Única Fiscal PyMEs (CUF) para que éstas puedan cumplir con sus obligaciones de pagos ante la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP) utilizando los saldos a favor por otros pagos u operatorias previas.

“Presentamos este proyecto en les de distintas instituciones PyMEs, con la intención de que sean el vehículo para tener una relación ágil e integral entre el Estado y las empresas”, indicó Fein.

En declaraciones, la legisladora socialista manifestó que “facilitará y reducirá la carga administrativa de las PyMEs, liberando tiempo de trabajo que es indispensable. También va a reducir la burocracia y los costos asociados al cumplimiento de obligaciones en general permitirá que las PyMEs destinen más recursos a su crecimiento y desarrollo”.

Fuente: El Parlamentario